Jon Aramendía (Pamplona, 1969) es psicólogo de formación y escritor interesado en los mecanismos que nos empujan a tomar decisiones, a escoger entre varias opciones ejerciendo nuestro libre albedrío. Investigar la psique humana es uno de los objetivos de Aramedía a la hora de novlar una historia. Ha escrito cinco, y la primera que ha publicado, El demonio de Laplace, ha sido nominada al premio Tuber Melanosporum de Morella Negra Como la Trufa. La trama transcurre en el Madrid de finales del siglo XX y entrelaza tres historias con el telón de fondo de un asesino en serie. Noas acercamos un poco más a Jon Aramendía a través de nuestro cuestionario.
Uno de esos nuevos valores que no cesan de surgir en Navarra es Jon Aramendía Huarte (Pamplona, 1969). Después de haber escrito relatos, afición que cultiva desde muy joven, con El demonio de Laplace publica su primera novela. Una trama de intriga con asesinatos en serie, resuelta con agilidad y soltura narrativa, que se desarrolla en el Madrid de las últimas décadas del siglo XX. Relata en paralelo tres historias que acaban confluyendo en una y que sirven para reflexionar sobre el libre albedrío, un asunto que apasiona al autor, como todo lo que tiene que ver con la psicología (carrera que ha estudiado en la UNED) y con los fundamentos biológicos y físicos de la conducta humana.
¿Recuerdas cuál fue el libro o autor que hizo que desearas convertirte en escritor?
Yo diría que, en mi caso, mi deseo de ser escritor es la consecuencia inevitable de la necesidad, desde muy joven, de poner orden en mis pensamientos. No obstante, no me planteé un futuro como escritor hasta que terminé mi primera novela. Es tan grande mi admiración por los libros que me resultaba difícil imaginar que un día podría conseguir algo parecido. De ahí que, pese a estar terminando mi quinta novela, sigo sintiéndome un poco incómodo con el sobrenombre de escritor.
¿Cuál es próximo libro que te mueres por empezar a leer?
Suelo dividir mis lecturas entre el puro entretenimiento y la formación, ya sea como escritor o por pura inquietud intelectual, aunque he admitir que leo más del primer grupo. Hace unos meses, por casualidad, comencé a leer la Trilogía de los Tres Cuerpos de Liu Cixin. He ido intercalando entre los dos primeros volúmenes algo de novela negra navarra y alguna lectura divulgativa de neurociencia, pero aguardo con ansia contenida el momento de coger la tercera parte.
¿Por qué te interesa el género negro?
No soy exclusivamente un escritor de género negro. Principalmente me parece interesante por el ritmo y por la libertad para tratar cualquier asunto con el nivel de crudeza que uno desee. Ha habido mucho mestizaje y diversificación del género desde sus inicios. Yo he terminado por aceptar que si una novela está bien escrita me es indiferente si es detectivesca, realismo sucio o thriller psicológico.
En El Demonio de Laplace, por el carácter secuencial de las tres tramas de la novela, el formato y ritmo del género negro encajaban perfectamente. La linealidad que define al determinismo y que comparte con la investigación policial, por un lado; la evolución de una banda de rock, por otro; y, finalmente, la génesis de un asesino en serie. Todo ello me permitía jugar con el concepto de libre albedrío excluyendo de la ecuación el bien y el mal, tan habitual en este tipo de novelas.
¿Cómo es tu rutina para escribir y cómo lo compatibilizas con el resto de tu vida?
Escribo principalmente los fines de semana temprano y, según cómo sea el horario de mi pareja, algunas tardes entre semana. Como mi hija ya está en la universidad, estos últimos años dispongo de más tiempo para escribir, aunque también lo compatibilizo con los ensayos de mi banda y algunas aficiones deportivas. Independientemente del tiempo frente al teclado, aprovecho cuando estoy en el coche, cuando salgo a correr o algunos momentos en que mi trabajo no requiere atención para seguir escribiendo en mi cabeza. Siempre hay una escena pendiente de resolver, un personaje mal definido, un relato por terminar, una canción…
¿Eres de los que tienen la estructura de la novela cerrada antes de empezar o el argumento va modificándose a medida que escribes?
Escuché una vez al escritor Carlos Zanón decir que hay escritores de mapa y escritores de brújula. Yo soy de los que pretende ser escritor de mapa: tener la novela cerrada antes de comenzar a escribir, pero hasta ahora no lo he conseguido. Con el tiempo he aprendido que es imposible predecir como se comportarán los personajes y qué consecuencias tendrá esto en el desarrollo de la trama. Es cierto que, cuanto más trabajada está la estructura y el tema que deseo tratar, más sencilla se me hace la escritura. Poco a poco voy conformando un método intermedio entre conocer el viaje y dejarme llevar por él.
¿Cómo te ha afectado a nivel creativo este año de crisis sanitaria y cultural?
He tenido la suerte de no verme afectado de forma directa por la enfermedad y sus consecuencias, por lo que no he tenido problemas emocionales que me impidiesen seguir escribiendo. Puede que suene contradictorio con las sombrías circunstancias, pero me ha venido bien todo el tiempo extra del que he dispuesto. Se me hace difícil a veces encontrar la continuidad necesaria y compatibilizarla con mi actividad y este parón me lo ha permitido. En cualquier caso, siempre hay un montón de trabajo atrasado de reescritura para esos días grises que nublan la creatividad. Lo que sí es cierto es que la crisis sanitaria ha limitado mucho las presentaciones y encuentros presenciales sobre mi novela, por lo que la nominación al Tuber Melanosporum es todavía más importante para mí.
¿Qué pensaste al ser seleccionado como candidato al premio “Tuber Melanosporum” y qué significa para ti estar en un festival como Morella Negra Como La Trufa?
Lo primero fue un subidón de esos que hacen que te sientas joven y lleno de energía aunque, antes incluso de eso, pasó por mi cabeza la idea de que alguien se había confundido. Para un escritor desconocido, poco conectado con las redes y bastante ajeno a los espacios lectores, es una sorpresa estupenda recibir una llamada desde cientos de kilómetros para comunicarle que ha sido reconocido en un certamen especializado. Desde un punto de vista literario, supone un espaldarazo a mi trabajo y una oportunidad de incrementar la difusión de mis escritos. No obstante, la mayor recompensa es la propia experiencia: me encantaría que pudiera realizarse el encuentro presencial en Morella. Sería una verdadera pena que fuera virtual y no poder disfrutar de la experiencia en un lugar tan bello. Este verano tuve la oportunidad de estar en Cartagena Negra y comprobé que la mejor parte de un evento de estas características es el encuentro y la amistad que se genera con organizadores y otros escritores invitados.